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La mujer y el voto en Colombia

El voto consolida como real una oportunidad teórica para el ciudadano, cuando somete cualquier tema de interés colectivo al sufragio popular.

El primero de Diciembre de este año se celebraron 60 años del primer voto femenino en Colombia. Por primera vez, en 1957, a la mujer se le consideró efectivamente apta para participar del destino político del país, y a través de éste del desarrollo social y económico.

Debemos reconocer que para llegar a ello debieron existir ciertos hechos que contextualizan y dibujan el logro como un resultado del actuar paciente pero efectivo de sendos hombres y mujeres durante varias generaciones y en diversos campos.

Uno de éstos pines en la historia, importante, es el avance del acceso a la educación por parte de las mujeres, en un mundo que de forma reiterada en la historia se comporta a veces misógino y otras tantas aún más retrógrado.

El sino femenino persistió muchos años tachonado de dificultades que no terminaron el día de su «reconocimiento oficial» como mujer-adulta por la sociedad, sino que aún se siguen extendiendo mediante polarizaciones, divisiones, sesgos de interpretación, estereotipajes, y un largo etcétera, que con inusitada frecuencia concluyen en abusos, discriminación, maltrato, menosprecio, violencia física y psicológica, e incluso en intentos que a veces logran alcanzar la propia muerte de la afectada.

La perpetuación de particulares inequidades y desigualdades a que se exponen las mujeres en un contexto social definido, son parte de los problemas que hoy día son causados no sólo por los hombres, ni que afectan sólo a las mujeres o a sus familias. Son hechos que nos rodean y agreden de improviso, a todos por igual, sin que se nos deje ser ajenos a ello.

Situaciones que cuando nos suceden, sólo incrementan el dolor y muchas veces se acompañan del deseo de resarcimiento; pero en otras, peor, nos conducen sin alternativa a la acción, cediendo muchas veces a las bajas pasiones, al percibir con claridad las afrentas y ver con impotencia a la sociedad en términos de irremediable injusticia y perpetua indolencia.

Esta época, al igual que tántas otras celebraciones incongruentes con los avances sociales basados en la superación de situaciones de dolor, explotación y discriminación, debe ser aprovechada para la reflexión pues tiende a ser más bien un recordatorio de lo que la presión de grupos y los idearios apasionados, pueden lograr entre hombres y mujeres, que desde su origen son un solo cuerpo social sin distingos de ningún tipo.

Y debe serlo, aunque tal presión incluso se excuse en la obediencia inevitable de algún paradigma reinante que deberíamos resentir si nos dirige hacia la irracionalidad en la acción contra nosotros mismos como seres humanos.

O dicho en otras palabras, debemos recordar que permanentemente estamos inmersos en nuestro propio rol de responsabilidad ante la sociedad y su futuro, por lo que también hay que Pensar antes de Actuar.

OttoJ / RedRayuela (2017, Dic-07)


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